Gedeón fue el quinto juez y reconocido como el más grande de Israel. El relato de su vida se registra en Jueces 6:11-8:32. El trasfondo de la biografía de Gedeón comienza con los israelitas que fueron asolados por los madianitas como consecuencia de la desobediencia de Israel para con Dios (Jueces 6:1). Durante siete años se enfrentaron a las invasiones de los madianitas, amalecitas y extranjeros orientales que arruinaron sus cosechas y destruyeron su ganado. La disciplina de Dios por medio de las naciones extranjeras hizo que los israelitas clamaran a Dios por ayuda (Jueces 6:6). Dios les envía un profeta para que les recuerde cómo el único Dios verdadero les había provisto en el pasado y lo rápido que lo habían abandonado (Jueces 6:8-10).
Dios escucha sus clamores e interviene bondadosamente para liberar a Su pueblo. Lo primero que hace es enviar al ángel del Señor a Gedeón para pedirle que se una al ejército (Jueces 6:11-14). Gedeón, cuyo nombre significa "cortador" o "cortador de árboles", pertenecía a una familia poco distinguida de los abiezeritas, y se veía a sí mismo como no apto para el servicio de Dios (Jueces 6:15). Durante su conversación con el ángel, es evidente para Gedeón que está hablando con el Señor mismo (versículos 14, 16).
No obstante, Gedeón necesitaba la seguridad de que era, en realidad, Dios quien lo llamaba a la tarea divina de dirigir una fuerza militar contra Madián (Jueces 6:17). Gedeón le pidió al ángel del Señor que se quedara donde estaba mientras Gedeón iba a preparar una comida. Gedeón regresó con algo de comida, que puso sobre una peña (versículos 19-20). Luego Dios dio una señal: "Y extendiendo el ángel del Señor el báculo que tenía en su mano, tocó con la punta la carne y los panes sin levadura; y subió fuego de la peña, el cual consumió la carne y los panes sin levadura. Y el ángel del Señor desapareció de su vista" (versículo 21). Gedeón construyó un altar en ese lugar y lo llamó "El Señor es paz" porque había visto a Dios y no murió (versículos 22-24).
Esa misma noche, Gedeón destruyó el altar a Baal y el poste de Asera que pertenecía a su padre (Jueces 6:25-28). Por esta osada acción, Gedeón recibió el nombre de Jerobaal, que significa "que Baal contienda contra él" (versículo 32). Después, una alianza de enemigos de Israel entró en la tierra, y "el Espíritu del Señor vino sobre Gedeón, y cuando este tocó el cuerno, los abiezeritas se reunieron con él" (versículo 34). Hombres de las tribus de Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí se unieron a Gedeón (versículo 35).
Una vez reunidas las tropas, Gedeón se puso nervioso. Le pidió a Dios otra señal para confirmar su llamado. Puso un trozo de lana durante la noche y le pidió a Dios que lo mojara y mantuviera seca la tierra que lo rodeaba. Dios accedió amablemente a lo que Gedeón le pedía. Luego, Gedeón pidió otra señal: esta vez le pidió a Dios que mantuviera seco un vellón mientras mojaba la tierra que lo rodeaba. Una vez más, Dios cumplió, y Gedeón finalmente se convenció de que Dios hablaba en serio y que, bajo el liderazgo de Gedeón, la nación de Israel tendría la victoria sobre Madián (Jueces 6:36-40).
Con todo, Dios no había terminado de aumentar la fe de Gedeón. Antes de entrar en batalla, las tropas de Gedeón eran 32.000, pero en obediencia a Dios, las reduce en 22.000 (Jueces 7:2-3). Dios redujo aún más su ejército, dejando a Gedeón con sólo 300 hombres (versículos 7-8). Esto fue contra un enemigo que se describe como "langostas en multitud" con camellos "innumerables como la arena que está a la ribera del mar" (Jueces 7:12). El propósito de Dios era evitar que Israel se jactara de que su propia fuerza los había salvado (versículo 2).
Esa noche, Dios envió a Gedeón en medio del campamento madianita. Allí, Gedeón escuchó a un par de madianitas asustados que hablaban de un sueño que suponían que presagiaba un desastre para ellos. Cuando escuchó esto, Gedeón se animó y reunió a sus tropas (Jueces 7:11, 13-15). Utilizando algunas tácticas inusuales, Gedeón y sus 300 hombres atacaron al ejército madianita y derrotaron a las tropas enemigas (Jueces 7:16-25).
Después de la victoria, el pueblo de Israel quiso nombrar a Gedeón su primer rey, pero él se negó a hacerlo, diciendo: "No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: El Señor señoreará sobre vosotros" (Jueces 8:23). La paz conseguida por Gedeón duró una generación: "Y reposó la tierra cuarenta años en los días de Gedeón" (versículo 28). En un tono más triste, Gedeón pidió que las tropas contribuyeran con el oro del botín de la batalla para poder crear un "efod", que instaló en su ciudad natal (Jueces 8:24-26). Sea cual sea la intención de Gedeón al fabricar el efod, el pueblo comenzó a utilizarlo con propósitos de idolatría, y "fue tropezadero a Gedeón y a su casa" (versículo 27).
Al cumplir la misión que Dios le encomendó, Gedeón demostró ser un hombre fiel, un poderoso guerrero, un líder fuerte (Jueces 7:17) y una persona experimentada (Jueces 8:1-3). Por eso, se lo incluye en un digno testimonio de los grandes hombres de fe en Hebreos 11:32-34.
A veces, la fe de Gedeón parecía ser débil, pero Dios obró pacientemente con él y fortaleció su fe hasta el punto de que pudo llevar a cabo la misión de Dios. La obediencia de Gedeón al Señor requería que se enfrentara a su propio padre y a su propia tribu. Temía lo que pudiera ocurrir cuando derribara el ídolo de su padre (Jueces 6:24), aunque es evidente que temía mucho más a Dios.
En la batalla, Gedeón se enfrentó a obstáculos mucho más grandes de los que parecía posible, pero era consciente de dónde estaba su fuerza (ver Filipenses 4:13). El Dios soberano es fiel, y ayudó a Gedeón a conseguir la victoria en la batalla. Gedeón también mostró humildad cuando los israelitas quisieron honrarlo como su rey. Es un buen ejemplo de los que obedecen el mandamiento de "fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas" (Proverbios 3:5-6).
Dios usa a personas comunes y corrientes para llevar a cabo Sus planes, y la clave del éxito de Gedeón fue su disposición para obedecer a Dios. Gedeón pasó de ser un hombre que se escondía, trillando trigo al pie de una colina fuera de la vista del enemigo, a derrotar al mismo enemigo en la batalla. Sin embargo, se aseguró de que era la voluntad de Dios la que estaba obedeciendo. Como escribió el apóstol Pablo: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Romanos 12:2).